En Colombia cada vez faltan menos días, para las elecciones presidenciales del periodo 2022 – 2026, un hecho vital que definirá dos aspectos importantes en materia política, el primero la finalización del mandato de Iván Duque y el segundo en saber si el próximo jefe de Estado, tendrá la capacidad de llevar las “batutas” de una nación que cada vez es agobiada por la violencia, la pobreza y la desigualdad social.
Pero el gran dilema ocurre precisamente, con la segunda variante o incógnita. Teniendo en cuenta que todos los colombianos tuvimos la oportunidad de ver, escuchar y analizar a cada uno de los diferentes candidatos por medio del gran debate que realizaron conjuntamente la casa editorial de “El Tiempo” y la “Revista Semana”.
Ahora bien, siempre se debe tener la claridad que en cualquiera de estas actividades o conversatorios se va a presentar la polémica. Aun así no hay que dejar pasar por alto, el error de algunos precandidatos al caer en el juego de hacer ataques personales a sus colegas de contienda.
Empezando por quienes en el pasado tuvieron algo en común, al haber ejercido cargos administrativos en las alcaldías y esos fueron los casos de Rodolfo Hernández, Sergio Fajardo, Federico Gutiérrez, Gustavo Petro y Óscar Iván Zuluaga. Aunque también al “ring de boxeo” se subieron Alejandro Gaviria, Juan Manuel Galán y la ex senadora Íngrid Betancourt.
Donde en el transcurso de todo el debate, en vez de haber escuchado propuestas sólidas, concretas y realizables en salud, educación, empleo, seguridad, etc… Me tuve que aguantar los pleitos en sí “Pedrito o Jaimito” tiene o no casos de corrupción o “soy el mejor porque hice esto y aquello”. Finalmente el llamado que les hago a todos los candidatos, es quitarse de la cabeza el odio, la persecución y los pecados del pasado sobre los temas que impiden tener un progreso, en un país que está cansado de la guerra como la única fuente de poder.
Columnista: Sebastián López Alzate.