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La incertidumbre de las clases presenciales


Cuando hace dos años en un abrir y cerrar de ojos apareció en el mundo la pandemia del COVID-19, rápidamente desde el sistema de educación, se tomaron nuevas alternativas para seguir por medio de la virtualidad el aprendizaje escolar. Una herramienta que más allá de ser esencial, ha tenido cuestionamientos por el impacto psicológico generado en los niños y adolescentes. 

Además, si tenemos en cuenta un estudio realizado por el Banco Interamericano, en donde llegó a la conclusión que más del 50% de los estudiantes en América Latina, se desconectaron por completo de sus compromisos académicos debido al cierre de las instituciones educativas.

Ahora bien, desde esta semana cuando se reinicien las clases presenciales, los colegios tendrán que afrontar muchos obstáculos y desafíos. Porque la cuestión no pasa en llegar y abrir las aulas como si nada hubiera pasado, por la simple razón que las formas de educar han cambiado drásticamente.

Empezando por solucionar el problema de la deserción escolar causada en el sector público, sin dejar de lado también a los estudiantes que en un 41% según la Unicef padecen de ansiedad, depresión y pánico a un posible caso de contagio o por la pereza de volver a la rutina que se tenía años atrás. Aun así por el bien de las nuevas generaciones este tema no se puede dejar a la deriva o en el olvido, porque siempre estará en juego el futuro de los proyecto de vida.

Columnista: Sebastián López Alzate

Educación

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