La Asamblea General de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) declaró oficialmente por medio de la resolución 66/281del 2012, que cada 20 de marzo se conmemora el día internacional de la felicidad. De acuerdo a este decreto, avalado de la siguiente manera “Reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno”.
Además en la actualidad, el mismo organismo mundial nos hace la invitación a estar reflexionando constantemente sobre la importancia de ser feliz, ya que cada vez más la sociedad se está degradando por las guerras, la desigualdad social y la misma pandemia del COVID-19.
Por ejemplo en Bután, un territorio ubicado en el sector sur del continente asiático, desde la década de los 70 tienen la costumbre de reconocer la felicidad, como un mecanismo de evolución, desarrolló y progreso de acuerdo a los ingresos establecidos sobre el Producto Nacional Bruto.
Una demostración que nos muestra que cuando tenemos gozo y alegría en nuestros corazones, el cumplimiento de las metas será muy productivo. Teniendo en cuenta que la amargura está a la orden del día en cualquier momento, para eso no hay que olvidar la importancia de adquirir y aplicar los valores esenciales de la bondad, la solidaridad, el respeto, la sana convivencia, el agradecimiento, reconocer las cualidades de las personas que nos rodean y el manejo de la fe. Porque esa es la única medicina que tenemos y nos queda para transformar al mundo en el que vivimos.
Columnista: Sebastián López Alzate