La convivencia es el valor que tiene sus raíces en la familia y esta constituye el lugar privilegiado en donde se aprenden y se fomentan el afecto, la protección, la seguridad, la confianza y la autoestima. Los anteriores elementos ayudan en la relación con los demás, con el entorno y favorecen el desarrollo integral.
Frente a la realidad que viven muchos hogares surge el gran desafío para las instituciones educativas de fomentar un ambiente armónico y un clima de sana convivencia donde los valores y los principios se convierten en los soportes de una ética ciudadana.
Además de la comunicación verbal y escrita, se deben utilizar todos los lenguajes, los gestos, los signos, los símbolos; pues solo así se generarán en los estudiantes formas de comunicación más humanas que los acercarán y les permitirán una relación más afectiva y desde luego efectiva.
El buen trato desarrollará relaciones positivas, constructivas y formativas, ya que estimulan en los alumnos ternura, seguridad y amor, valores indispensables para la convivencia y el sentido de pertenencia, porque se han despertado los sentimientos indispensables para formar sociedad, dentro de un proceso de crecimiento humano que reclama coherencia con el deber ser y la proyección hacia la comunidad manteniendo la identidad propia.
La convivencia ciudadana es una de las grandes tareas que se deben implementar en los colegios y las universidades del país, para que absolutamente todo el sector educativo se compenetre como seres humanos. Es necesario, por lo tanto, que se generen dentro de las aulas, verdaderos espacios que permitan la participación, el progreso y la vivencia de los derechos; el respeto por la diferencia y la aceptación que conlleva al conocimiento de diversas formas de relacionarse con el otro mediante la concertación y la mediación; evitando lo que no divide y aleja, por aquello que nos une y acerca: el amor, la comprensión y la sencillez que benefician a la sociedad, quien tiene la responsabilidad de valorar y conservar el mundo que nos ha correspondido construir, con el gran reto de hacerlo más humano y habitable para convivir.
Columnista: Sebastián López Alzate