La actividad física y el deporte son medios de socialización y aportan valores éticos y morales en la formación del individuo. Pues, aspectos tales como el compañerismo, el espíritu de lucha, el saber ganar, la aceptación de la derrota, el respeto por las normas, los compañeros y los adversarios, son inherentes a la práctica deportiva.
En la actualidad, la actividad física y el deporte se han convertido en uno de los más populares ingredientes de la industria del ocio y el entretenimiento y los vemos continuamente explotados por los intereses comerciales y utilizados como un buen medio de promoción de ventas.
Este modelo de interpretación del deporte basado en la influencia de los intereses económicos, pone en peligro el ámbito educativo que lleva implícito para el niño y el joven, perdiéndose así el disfrute por la participación y aumentando el número de niños que dejaran el deporte a una edad más temprana o consiguiendo que el deportista desde su más corta infancia vea esta actividad como el camino hacia una posible profesión sin haberlo antes practicado simplemente por afición.
Todo esto se da además por ideales o equivocas creencias infundidas por malas orientaciones que van tras la búsqueda de la victoria a cualquier precio, en donde la victoria invita una y otra vez a los participantes a violar los reglamentos, generando el peligroso mito de que el auténtico valor del deporte consiste en ganar. El miedo a perder se ha convertido hoy en un mayor motivador que el deseo de realización y diversión, que se ha vuelto irrelevante y se ha creado lamentablemente un modelo erróneo del hecho deportivo dominado por la competitividad y la agresividad.
Columnista: Sebastián López Alzate