Recientemente se conocieron los resultados del aumento de la inflación con respecto al mes de marzo, donde las estadísticas son claras al demostrar que hubo un incremento del 1%, impulsada por la variación de los precios en aquellos alimentos que conforman la canasta familiar.
Además en los últimos seis años, no se veía en Colombia un panorama de estas características, cuando precisamente la inflación superó el umbral del 8%. Donde por una necesidad lógica, se necesita que el Gobierno Nacional y el Banco de la República tomen medidas urgentes al respecto, como el subir las tasas de interés y no aumentar el precio del combustible, sin olvidar por supuesto en bajar los aranceles de más de 200 productos.
Aun así este fenómeno que afecta duramente a la economía no es solo una problemática de nuestro país, porque en otras naciones del mundo se está observando igualmente un comportamiento acelerado de las ofertas con respecto a los insumos que tienen más demanda. Por ejemplo la ONU (Organización de las Naciones Unidas) anunció que debido a la guerra entre Rusia y Ucrania, para los ítems de la alimentación y la agricultura los datos no son alentadores por la disminución de las actividades básicas de la importación y la exportación, afectando a los campesinos y demás personas de escasos recursos.
Mientras que en los Estados Unidos y los otros estados de la Unión Europea la inflación llegó a los niveles más altos de las últimas décadas, superando el 7%. En el caso de España es uno de los más golpeados con el disparo de los precios de la energía, que han subido un 44% en el último año y que tienen a las familias y las industrias con el agua al cuello. Un acontecimiento que ha hecho que los diferentes ministros confirmaran la entrega de unos subsidios a los precios de la gasolina y aumentos en los salarios mínimos correspondientes a Francia y Portugal.
Eso sí varios analistas consideran que después de llegar a un nivel superior en uno o dos meses, la inflación puede comenzar a descender a partir del segundo semestre del año, cuando salgan muchas cosechas de productos agropecuarios. Por eso, lo más razonable es seguir con el ojo muy puesto en la inflación, pero sin entrar en el desespero del pánico y el miedo colectivo.
Columnista: Sebastián López Alzate