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Adiós al tapabocas: La nueva normalidad


El tapabocas hace parte de un elemento o una herramienta que nos permitió salir adelante en medio de la dura pandemia del covid-19, junto a la vacunación, el distanciamiento social y el lavado de manos. Desde la semana pasada, su uso dejó de ser obligatorio en Colombia, en espacios cerrados; claro está que, bajo la condición, impuesta por el Gobierno Nacional, de que solo para los municipios que cuenten con el 70 % de su población inmunizada con segundas dosis y el 40 % con el refuerzo completo. Se exceptúan del levantamiento de la medida los servicios de salud, los hogares geriátricos, el transporte público y las instituciones educativas.

Además, el 15 de mayo dejará de ser obligatorio en las aulas de clases, tras relacionar el impacto negativo que ocasiona su utilización para los estudiantes, especialmente los niños, en sus procesos de aprendizaje, comunicación e interacción, frente a la baja afectación del virus en este grupo poblacional. 

La disminución de las restricciones adoptadas para enfrentar la pandemia fue anunciada por el Gobierno Nacional a partir de los bajos índices de contagios actuales en el país. De hecho, en los últimos días, el reporte del Ministerio de Salud da cuenta de entre 200 y 250 casos de nuevos infectados y entre uno y tres fallecimientos por día. 

También llamado barbijo, mascarilla, cubrebocas, los orígenes del tapabocas actual se remontan a finales de la Edad Media (siglo XIV), cuando se registró la peste bubónica que segó la vida de por lo menos 25 millones de personas. Los médicos usaban una máscara con un pico que contenía hierbas y flores secas con el objetivo de evitar inhalar el aire contaminado de los enfermos.

Sin duda, el tapabocas nos ha salvado la vida y tenemos la opción de usarlo a voluntad propia si presentamos síntomas de afecciones respiratorias, para no contagiar a los demás, o en aquellos ambientes cerrados en que cada quien lo considere conveniente. Confiamos en que las condiciones epidemiológicas favorables se mantengan y la pandemia termine, para bien de toda la humanidad. 

Columnista: Sebastián López Alzate

Ciencia y Salud

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