El fútbol ha sido considerado durante casi dos siglos como el deporte que más impacto tiene a nivel mundial y su estructura es tan fuerte en todo el planeta tierra, que muchas veces se ha logrado sobreponer a grandes crisis humanitarias. Un estilo de vida que estuvo presente en las dos Guerras Mundiales y que en Colombia le daba esperanza a todas las personas cuando estaban viviendo el flagelo del conflicto armado en la década de los 80 y 90.
Una disciplina que ha sobrevivido a todo tipo de vicios: corrupción, tráfico de influencias, dopaje, violencia, bandas criminales organizadas dentro de las hinchadas, asesinatos de árbitros y la muerte de un ‘caballero’ que en nuestro país solo fue la fiel imagen de lo que éramos y lo que somos. Además de eso, el terrorismo que permeó hasta el punto de manipular partidos como ha ocurrido históricamente en Latinoamérica.
Por otra parte, para muchos hinchas del fútbol se considera que el Mundial de Alemania 2006 fue la última con un alto nivel de juego calidoso y táctico. Suramérica sigue perdiendo terreno en materia de Selecciones, clubes y estrellas. Nombres como Pelé, Maradona, Garrincha, Ronaldinho, Messi, Juan Román Riquelme y las actuaciones que ha hecho desde el 2003 en Europa Cristiano Ronaldo han dejado una huella imborrable en el balompié internacional, han ido perdiendo la periodicidad de antes y han pasado 16 años sin que aparezca un reemplazo de mega estrella. El presente de Mbappé y de Haaland los pone como prospectos gracias a su capacidad goleadora y su buen volumen ofensivo. Y, ¿El resto qué? La gran pregunta del millón es si vamos a depender de dos jugadores en la próxima década, porque el fútbol se ha ido perdiendo, y desde hace años se veía venir una curva descendente en lo mágico, lo calidoso y lo que enamora.
Teniendo en cuenta que el fútbol como empresa ha crecido a pasos agigantados y los salarios de hoy en día hacen ver ridículos a los de la época antigua. Pero, ¿Qué sacrificamos a cambio de los lujos y el exceso? Sin duda alguna con esos estilos de vida y las grandes cantidades de dinero, aparecen nuevas distracciones, no todas negativas, pero sin duda alguna los jugadores deben pensar en su futuro y se escoge con el bolsillo. Porque muy pocos son los que están por amor a sus equipos.
Columnista: Sebastián López Alzate