La actual combinación de hechos económicos revela que estamos ante una “tormenta perfecta”, con cifras contradictorias, debido a un crecimiento sin antecedentes del 8% el primer trimestre, una inflación del 9%, tasas de interés al sector financiero de 8%, y una devaluación del 16%. Donde nuestra situación es similar a lo ocurrido en otros países, además se ha disparado la inflación por la Guerra de Ucrania, la pandemia y las dificultades logísticas por la crisis de los contenedores.
La inflación en Colombia está derivada por alimentos y productos básicos, y contrasta con la dinámica positiva del crecimiento económico apoyada en una confianza empresarial. Todos los indicadores son positivos, pero se ha disminuido el crédito para hogares e inversionistas. El reto del Banco de la República es controlar la inflación sin afectar la reactivación y el crecimiento económico.
Se anuncian medidas económicas de mediano plazo concentradas en reducir aranceles a la producción de insumos agropecuarios, fertilizantes y cadena productiva, pero afectaría el crecimiento. Sin olvidar que la inflación golpea a los más pobres porque afecta alimentos y productos básicos. Esa es la contradicción económica del momento, ese es el contraste de un crecimiento dinámico, un crecimiento de optimismo pero con inflación alta que disminuye los beneficios del crecimiento. Es un fenómeno mundial, no solo en Colombia, y no se puede frenar la economía para controlar la inflación.
Por otra parte, seguimos dependiendo de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial, con una relación fortalecida gracias al TLC que entró en vigor en mayo de 2012, y qué ha estabilizado la exportación de 11.000 productos comercializables. Se requiere continuidad en las reglas del juego y abrir más canales de oportunidad porque el TLC ha permitido crecer 60% de las exportaciones no minero energéticas. Antes del 2012 eran únicamente un 29%. La balanza comercial agropecuaria con Estados Unidos fue positiva por primera vez en muchos años.
El déficit fiscal alto es el principal problema del gobierno, porque la deuda pública alta obligará a hacer ajustes económicos, si se necesitan mantener los apoyos y subsidios a los más necesitados que crecieron con la pandemia, con mayor gasto público social, lo que nos llevará a una reforma tributaria estructural.
Hay noticias positivas. La reactivación económica ha traído un mayor recaudo tributario, y mayores utilidades de Ecopetrol. Pero también es cierto que el endeudamiento ha llegado a un alto nivel con intereses costosos.
Sostener el Fondo de Estabilización de precios de combustibles también va a requerir de recursos adicionales. Los ingresos fiscales cayeron con la pandemia a nivel mundial. Colombia no fue la excepción, pero afortunadamente ya se están recuperando. La informalidad descendió a un 44% de los ocupados y se ubica en la población joven entre los 15 y los 28 años.
Columnista: Sebastián López Alzate