Gustavo Petro, el presidente electo de Colombia, ha sabido leer en pocos días la necesidad de convocar un diálogo nacional en un país donde casi la mitad de los votantes manifestaron que no lo querían como presidente de esta nación o que querían seguir otro camino lejos de la política del Pacto Histórico.
De todo su discurso como presidente electo, tal vez lo más importante a destacar es su intención de construir un país en paz brindando garantías a quienes ejerzan la oposición a este nuevo gobierno que está próximo a conformarse; un tema que no es menor pues envía un mensaje democrático y garantista para quienes temen que se pueda conformar un régimen al estilo venezolano.
Muestra de esa intención y necesidad de promover un gran diálogo ha sido buscar un acercamiento con el expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien es para muchos colombianos, el máximo representante de la derecha en el país y quien sería el llamado a liderar la oposición desde su partido el Centro Democrático. El hecho de que dos líderes de corrientes políticas opuestas se puedan sentar a hablar del futuro de Colombia es en sí mismo un mensaje de paz y tranquilidad para quienes desde la angustia y el miedo han sostenido que el país ha emprendido una ruta hacia el abismo.
Ahora, el nuevo jefe de estado no solo tendrá como reto superar las grandes divisiones que han fragmentado históricamente a la nación, sino mantener el apoyo de las voces que lo han defendido hasta el final y quienes esperan cambios relevantes en la forma en la que se conforma y maneja tradicionalmente el gobierno nacional. Si bien algunos partidarios del Pacto Histórico y personas afines a su causa comprenden que en la política se deben hacer concesiones para alcanzar objetivos en los que se requieren mayorías, otros empiezan sutilmente a mostrar su descontento con decisiones como la designación de políticos tradicionales como Roy Barreras como el próximo presidente del Congreso de la República.
Petro tendrá que demostrar de una u otra forma cómo podrá ser el presidente del cambio que muchos ciudadanos están esperando, tomando decisiones que le resulten estratégicas para contar con el apoyo de los partidos políticos y con la calma del mercado global que está expectante a lo que sería el verdadero primer presidente de izquierda en Colombia. Pero también con la fe de que este nuevo gobierno sea inclusivo, conciliador y consolidador de la paz.
Columnista: Sebastián López Alzate