Todos los seres humanos nos equivocamos, la diferencia está en la manera como cada uno asume su error. Algunos lo niegan y, entonces, se pasan la vida repitiéndolo en un proceso destructivo; terminan creyendo que están condenados a cometer la misma falta por siempre. Otros se quedan atrapados en los sentimientos de culpa que se generan ante esos desaciertos, sin poder crecer ni desarrollarse plenamente; el remordimiento excesivo les impide trazar nuevos planes y liberarse de las situaciones que les han hecho fallar. Es obvio que este tipo de actitudes no son las recomendadas y que se requiere asumir otras, que realmente posibiliten aprendizajes.
En esta oportunidad te quiero proponer un camino de 4 actitudes ante esas situaciones en las que no das en el blanco, ni haces lo correcto, o terminas haciendo sufrir –la mayoría de veces sin querer- a los que amas. Porque estoy seguro que eres una persona con capacidades y habilidades para alcanzar el éxito y aprender a vivir feliz.
Reconocer el error sin excusas ni discursos que busquen camuflar la falla. Aceptar que no lo hiciste bien, sin ambigüedades y con la disposición de quien entiende la dinámica de la vida y está dispuesto a mejorar. Entender que no eres menos valioso por tu equivocación, y que siempre hay posibilidades de enderezar el rumbo. Quien niega la falla, manifiesta el miedo profundo a asumir su condición vulnerable, frágil y perfectible.
Entender qué pasó. Esto es, tener claro el origen de tu comportamiento. Se trata de describir la situación y establecer bien la relación causa-efecto. Entenderlo te hace descubrir causas menos evidentes y que pueden corresponder con la manera en la que fuiste criado, en los modelos de vida que has tenido o simplemente en los valores culturales que te mueven. Se trata de leer la situación a profundidad y precisar todas las motivaciones que te impulsaron a esa actuación. Si no tienes clara la causa, seguro vas a volver a equivocarte.
Explicitar las lecciones de vida que surgen de allí. Creo que esa es la función más importante de los errores: aprender caminos que no conducen a tus objetivos. Siempre teniendo la actitud de Tomas Edison, quien cuando por fin -después de muchos intentos sin éxito- logró inventar la bombilla, dijo: «No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos». Esos aprendizajes son los que impulsan el crecimiento del proyecto de vida.
Seguir adelante en tu vida. No puedes quedarte paralizado por el error cometido. Ni puedes creer que todo esté perdido. Necesitas establecer un plan de acción que te permita seguir caminando. Detrás de cada desacierto hay bendiciones que encontrar, asumir y celebrar. Quien te ama será capaz de darte las oportunidades que necesitas y has mostrado merecer. Aquellos que han hecho de su buena memoria una manera de ocultar su rencor, no deben estar tan cerca de ti, porque ellos con sus continuos: ¡no olvido ni perdono lo que hiciste!, no sólo dañaran la relación, sino que te ocasionarán desmotivación para seguir en tu proceso de crecimiento.
Ser feliz no implica no tener errores, sino ser capaz de superarlos sacándoles lecciones. Ámate aún en medio de tus faltas, siempre eres mucho más que ellas. No dejes que la vida esté determinada por la equivocación, sino por todo lo bueno que puedes hacer. Eres brillante y eso lo tienes que mostrar diariamente.
Columnista: Sebastián López Alzate