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La desvalorización del peso


El peso colombiano pasó de ser una de las monedas más fuertes del mundo hasta el mes de mayo de este año, debido al aumento de los precios del petróleo y el carbón, a ser en este momento una de las más devaluadas después del rublo ruso. Al fin y al cabo lo que por agua viene por agua se va, ello explica la gran variabilidad que se ha presentado en los últimos días. La tasa de cambio, que llegó a superar los $4.600, el máximo histórico, acumulando una devaluación superior al 15%, atizando aún más la inflación interna, después de dos semanas al alza dio una tregua de una semana, para volver a apreciarse nuevamente.

Aunque hay que aclarar que esta situación no es nueva, si por algo se ha caracterizado Colombia es porque cuando sobreviene la revaluación de la moneda con respecto al dólar el peso es de las más revaluadas del mundo y cuando se da la devaluación es también de las más devaluadas. En ello influye su gran vulnerabilidad, atribuible en gran medida al déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que ya bordea el 6% del PIB, el más alto de Latinoamérica.

Además el presidente de la República Iván Duque atribuye la gran devaluación que acusa el peso en la actual coyuntura a lo que podría denominarse el “efecto Petro”. En su concepto, “cuando hay mensajes que generan incertidumbre frente a la inversión de largo plazo, pues yo creo que esas cosas empiezan a generar esta situación”.

Desde luego que el cambio extremo de un gobierno de derecha a otro de izquierda genero escepticismo, pero este no es el factor determinante del curso que ha tomado la tasa de cambio en medio de la turbulencia en la que se debate la economía global. Cabe recordar que la tasa de cambio el 7 de agosto de 2018 fue de $2.898.86 y cerró en enero de este año en $4.043, registrándose una devaluación del 40% en estos 4 años.

También la deuda externa, denominada en dólares, tanto la del gobierno como la del sector privado (a marzo US $175.106 millones, 49.4% del PIB), se verán afectadas por esta devaluación, encareciendo aún más. Como es bien sabido el endeudamiento ya de por sí se había tornado más costoso, tanto por el aumento de las tasas de interés como por los mayores riesgos que tiene Colombia debido a la pérdida del “grado de inversión”. Es así cómo después que en 2020 la tasa para un bono colombiano de diez años era de 3.5%, hoy es del 7%, el doble. Debido a ello y al aumento de tasas de interés por parte del banco emisor, el servicio de la deuda pública está aumentando fuertemente, restándole espacio fiscal a la inversión y al gasto social.

Columnista: Sebastián López Alzate

Economía

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